Vans cosmopolitas.

En Octubre próximo se cumplen 4 años desde que adquirí mis Vans de cuadritos azules y blancos. 4 años desde que me llevaron al aeropuerto en mi viaje al ‘viejo’ mundo y cuando aun no tenía idea de lo que viviría con ellas puestas. La mugre, garabatos y roturas se acumulan como cicatrices que dan testimonio de múltiples experiencias de toda índole. Las desgastadas suelas [adjetivo, luego sustantivo] pisaron por mí en tierras que jamás soñé pisaría, vieron conmigo atardeceres en latitudes distantes de nuestro trópico, tomaron vodka junto a mí  en medio de infatigables inviernos.

Las Vans fueron sigilosas testigos de innumerables momentos de efervescencia genuina: Bleed it out de Linkin Park en vivo, Puenting en Rock in Rio Madrid, nieve en Copenhagen al lado de la indescriptible belleza portuguesa de Isabel Vanessa Moreira, múltiples trenes hasta llegar a Suecia, ese abrazo de ‘hasta luego’ en Junio 21 de 2008, el regreso, las idas y venidas de la vida, los incontables kilómetros a ritmo de Bad Religion, los Simpsons, el sexo, el sudor, la lluvia, los besos inesperados, los besos no recibidos/ no dados.

Mis Vans cosmopolitas me son fieles, a pesar de los ocasionales abandonos bajo zapatos de RD$500.00, a pesar de no llevarlas conmigo al trabajo, de no usar medias al ponérmelas. Hasta donde alcanza la consciencia del calzado, mis Vans están conscientes de que el vínculo entre nosotros supera el protocolo, las normas y prejuicios, el incesante afán de mami y JJ por que las tire a la basura o las enmarque y las cuelgue en mi habitación. Ocasionalmente Ulises deja sus comentarios respecto a ir a dar clases con ellas, pero muy en el fondo sé que muy en el fondo me entiende, intuyo que nos entiende.

Dobleú sí que me apoya sinceramente en mi capricho adolescente, sin miramientos ni cuestionamientos, casi que orgullosamente. Sabe lo que significan y sabe que usarlas es como un reflejo de mi estado de ánimo, del nivel de inquietud de los fantasmas que viven dentro de mi cráneo, de la música que suena en el sountrack de mi vida. De Felvic ni siquiera hablaré, sabemos cuál es su posición respecto a estas y muchas otras cosas: Mutismo.

Mientras, mis Vans seguirán mal-bailando Samba y música electrónica, saltando en conciertos de banditas pop-rock, conocerán por fin esa Ciudad de la Furia tantas veces recreada entre chats y posts y mails y llamadas, seguirán estando allí en el clóset cada vez que me levante con actitud y energías de púber emancipado. Feliz cumpleaños Vans cosmopolitas.

Nuzz

3 thoughts on “Vans cosmopolitas.

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