Leyendo listas y amando al prójimo.

“… Su religión le permite creer en lo que es pecado, pero no le da derecho para decidir que es legal o no”.

Incómico, aquí.

El Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE), esto es, uno de los sindicatos de iglesias evangélicas del país, reveló a través de una nota de prensa que está elaborando un listado de los candidatos a diputados, senadores, alcaldes y presidente “pro aborto, pro gay y en contra de la soberanía” . Según informan, este listado será leído en todos los recintos religiosos con el fin de orientar a los feligreses a la hora de ejercer su derecho al voto en las elecciones municipales, congresuales y presidenciales de mayo próximo.

Me pregunto yo: ¿No sería más “cristiano”, civilizado, democrático y políticamente correcto que las iglesias leyesen una lista de los candidatos por los que quieren que sus seguidores voten? ¿Por qué hay que abordar la cuestión desde esa óptica tan destructiva de la negación y descalificación del otro?

Bien podrían hacer listas para promover a sus candidatos que comparten sus valores y tratar de convencer a la feligresía de que esas son las opciones que más les convienen como ciudadanos e hijos de dios. Para eso no tienen necesidad de atacar frontalmente a grupos determinados. De esta forma se evitarían el atolladero en el que están metidos y del que difícilmente saldrán limpios, porque resulta que en ese intento por “revelar” las intenciones de “aquellos candidatos que no van de acuerdo con sus convicciones” los únicos que están transpirando a borbotones la intolerancia que los caracteriza es esa élite conservadora y retrógrada.

Lo más reconfortante de todo este dilema es que La Historia, lentamente, se encarga de poner las cosas en su lugar. No hay forma de que ganen esta batalla por las libertades civiles. Igual como no ganaron las batallas de la abolición de la esclavitud, el derecho al voto femenino y la integración racial, todas consideradas en su momento contrarias a la “identidad nacional” y “los valores y principios morales” por esos sectores.

Quizás no ahora, ni en 5, 10 ó 50 años, pero esa batalla está ganada.

El Cristo que dicen seguir y tratan de imitar profesaba el amor, y este es incompatible con las descalificaciones, el rechazo y la exclusión. Deberían hacer un ejercicio mental preguntándose si ese Jesucristo estaría de acuerdo con que se le prohiba ejercer una función pública electiva a una persona por el mero hecho de sentirse atraído por alguien del mismo sexo y, peor aún, simplemente por simpatizar con personas con esa inclinación. Ese no sería el Cristo que manda a amarnos los unos a los otros. Amen, no descalifiquen.

¿O es que ha visto usted a alguien haciendo listas de candidatos cristianos para mandar a votar en contra de ellos?

Nuzz

Lo que “debe ser” [amores, profesiones, la Medicina y la cirugía].

Milan Kundera, en La Insoportable Levedad del Ser nos dice:

Hace años, al partir de Zurich hacia Praga, Tomás se decía en silencio «es muss sein!» y pensaba entonces en su amor por Teresa. Pero aquella misma noche empezó a dudar de si, en verdad, había tenido que ser: se daba cuenta de que lo que lo había llevado hacia Teresa era sólo una cadena de ridículas casualidades que le habían sucedido siete años atrás (el principio fue el lumbago de su jefe) y de que sólo por esa causa regresaba ahora a una jaula de la que no habría escapatoria.

¿Quiere decir eso que en su vida no hubo ningún «es muss sein!», que no hubo nada realmente ineluctable? Creo que sí lo hubo. No fue el amor, fue la profesión. A la medicina no lo condujo ni la casualidad ni el cálculo racional sino un profundo anhelo interior.

Si es posible dividir a las personas de acuerdo con alguna categoría, es de acuerdo con estos profundos anhelos que las orientan hacia tal o cual actividad a la que dedican toda su vida. Todos los franceses son distintos. Pero todos los actores del mundo se parecen, en París, en Praga y en el último teatro de provincias. Actor es aquel que desde la infancia está de acuerdo con pasar toda la vida exponiéndose a un público anónimo. Sin este acuerdo básico que no tiene nada que ver con el talento, que es más profundo que el talento, no puede llegar a ser actor. De un modo similar, médico es aquel que está de acuerdo con pasar toda la vida y hasta las últimas consecuencias, hurgando en cuerpos humanos. Es este acuerdo básico (y no el talento o la habilidad) lo que le permite entrar en primer curso a la sala de disección y ser médico seis años más tarde.

La cirugía lleva el imperativo básico de la profesión médica hasta límites extremos, en los que lo humano entra en contacto con lo divino. Si le pega usted con fuerza un porrazo a alguien, el sujeto en cuestión cae y deja definitivamente de respirar. Pero de todas formas alguna vez iba a dejar de respirar. Un asesinato así sólo se adelanta un poco a lo que Dios se hubiese encargado de hacer algo más tarde. Se puede suponer que Dios contaba con el asesinato, pero no contaba con la cirugía. No sospechaba que alguien iba a atreverse a meter la mano dentro del mecanismo que él había inventado, meticulosamente cubierto de piel, sellado y cerrado a los ojos del hombre. Cuando Tomás posó por primera vez el bisturí sobre la piel de un hombre previamente anestesiado y luego atravesó esa piel con un gesto decidido y la cortó con un tajo recto y preciso (como si fuese un trozo de materia inerte, un abrigo, una falda, una cortina), tuvo una breve pero intensa sensación de sacrilegio. ¡Pero era precisamente eso lo que le atraía! Ese era el «es muss sein!» profundamente arraigado dentro de él, al que no lo había conducido casualidad alguna, el lumbago de ningún médico-jefe, nada externo“.

Al leer esto recordé mucho a mis amigos y conocidos médicos, reflexioné bastante acerca de mis elecciones académicas y profesionales (el “debió ser” de las Matemáticas frente a la “cadena de ridículas casualidades” de la Economía) y, cómo no, repasé los amores que debieron ser y no fueron, los que fueron y no debieron, los fortuitos y los anhelados desde el interior, los vigentes y olvidados. ¡Una joya!

Nuzz

El día de Rosalía.

Y bueno, ya lo sabía,
que el momento llegaría,
en que solo pensaría,
en la bella Rosalía//

Chula, una musa atreví’a,
la sutil pornografía,
diosa sensual, madre mía!
Que rebosa picardía//

Una morena curtía
del mundo y la propia vida,
ardiente, rabia, encendí’a,
mas puede ser superfría//

Flaca de mis fantasías,
me gustas en demasía,
permíteme hacerte mía,
¿Por qué es que en mí no confías?// [ 😀 ]

Te veo pronto Rosalía,
en La Zona una sangría,
y ahora que eres mi vecina,
quién sabe, quizás te animas…

😉

1v4nuzz

Bifurcaciones en espirales [virtuosas y viciosas].

Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades.

El Jardín de los Senderos que se Bifurcan -JLB

Recientemente he [re]confirmado la inminente recurrencia de los encuentros y desencuentros, las idas y venidas de la convivencia pacífica y la confrontación cuasi-bélica, la tendencia casi obsesiva de las mareas emocionales a inundarlo todo, para luego retirarse dejando tras de sí destrucción, tierras fértiles, muerte, euforia, agonía, vida, ansiedad y recuerdos de toda índole.

He presenciado la inesperada visita de sentimientos enterrados hace mucho, el toque tangencial con gente que estuvo y se fue, la fuga vertiginosa de otras que al parecer en realidad no estaban. El regreso de gente lejana físicamente, pero que nunca te abandonó; el reflujo permanente de los roces y sonrisas, las pasiones y perversiones de noches largas, las pausas intermitentes, los senderos bifurcándose una y otra y otra vez, hasta el infinito, formando espirales que se alejan, se cruzan, se tocan, convergen, pero nunca mueren.

La memoria se compone de dos partes: una organizada biblioteca donde guardamos los libros con los capítulos más felices de nuestras historias, la otra es un vertedero donde tiramos lo obscuro y doloroso, lo inútil e innecesario. Esos libros son incomprensibles por sí solos, pero leer capítulos sueltos brinda una satisfacción duradera y genuina. La enorme pila de desechos guarda interesantes sorpresas que ocasionalmente encuentro cuando escarbo en ella. Creo haber dado con algunas, y las transcribo para colocarlas donde corresponde.

El jardín es infinito y eterno, y sigo recorriendo sus senderos sin rumbo preestablecido. Hoy andamos en sentidos aparentemente opuestos, pero he aprendido de sobra que entre tantos giros, nuestros pasos nos llevarán inevitablemente en algún instante (en el mismo instante) a una de las tantas intersecciones de la vida, y será maravilloso verte ahí sonriente, hermosa, resuelta a seguir caminando.

Sigo.

Nuzz