Sé que la mayoría somos, como diría Ulises, ‘culpables-no culpables’:
Por un lado la culpa viene de antes, de nuestros padres, de las constantes [y justificadas] huelgas durante nuestra educación primaria, del profesor de historia de 2do de bachillerato al cual los RD$6,000.00 mensuales no le brindaban ni la motivación ni la calidad de vida necesaria para hacer bien su trabajo, del profesor de anatomía-112 que vendía las notas, de la ruta 2-B que hay que coger guindando en la puerta para llegar a Villa Mella a las 10 de noche, del entorno socio-económico donde nos desarrollamos, del hecho de que tuvimos que trabajar y estudiar a la vez, de lo que cuesta el tomo I de Física General de Serway, de los apagones que al llegar a casa impedían coger un libro, de las pocas oportunidades que tuvimos de ser mejores estudiantes.
Pero la culpa es nuestra también, porque esas pocas oportunidades que tuvimos las dejamos pasar sin siquiera intentar aprovecharlas, porque los viernes el colmadón de UTESA se ponía timbí de gente, porque la resaca del viernes nos obligaba a retirar las materias de los sábados en la mañana, porque aunque no crecimos con nadie que nos empujase a lectura, ya de grandes sabíamos que leyendo es como se accede de forma más rápida al conocimiento y no lo hicimos, porque el tomo I de Física General de Serway siempre estuvo en la biblioteca de Ingeniería [hasta que se lo llevaron a la Central], porque en vez de pasarnos el domingo estudiando era mejor irse a Boca Chica y/o “pa’l Hangar a bajar frías”.
Es una visión pesimista de las cosas. Sad, but true. Que nadie me venga a decir que me debo sentir orgulloso de haber estudiado en la UASD. No me avergüenzo de esa experiencia, pero no me enorgullece. Más que lamentar lo deplorable del sistema educativo superior público dominicano, deberíamos ponernos en disposición de aportar lo poco que podamos para mejorarlo. Yo lo estoy.