La Bestia.

Depression is being colorblind and constantly told how colorful the world is.”

— Atticus

Dentro de mí vive una Bestia. Se alimenta de sí misma y, al ser parte de mí, me devora junto a ella. Duerme en silencio por meses o años, y a veces despierta brevemente sin motivo aparente. Pero cuando un desliz, un rechazo, la presión o un fracaso la despiertan, me hace arrastrar los pies y evita que vea el sol. Su vigilia es omnipresente y persistente. Una incesante nada en mi interior.

La Bestia no tiene nombre, ni horarios, ni objetivo. Su razón de ser es devorarme desde dentro, sin prisas ni exabruptos. Sus inmensas fauces engullen TODO lo que le doy, todo lo que tengo, todo lo que soy. Es insaciable, mas nunca pide nada. Simplemente está ahí durmiendo, y al despertar, su hambre voraz come, digiere y vuelve a comer, a veces hasta verme consumido casi por completo.

La Bestia me acompaña desde niño, y solo en mi adultez supe quién era. Ahora está de vuelta inesperadamente, y al llegar es difícil vislumbrar cuándo (e incluso si) volverá al letargo en el que usualmente se encuentra. La Bestia solo morirá cuando yo muera, pero sé que tarde o temprano ha de dormir, y volverá mi paz. Mientras, debo encontrar bocanadas de oxígeno en los detalles, micro-instantes que ayuden a continuar. Debo inspirar profundo y darnos aire, porque el aire trae su sueño y mi luz interior.

Esta vez La Bestia vino con tu partida. Y, como es usual en estos casos, no sé distinguir el vacío que dejaste de aquel que crea La Bestia. Lo único seguro es que cuando ella vuelva a su sueño, ni tú ni este vacío ya estarán, y ojalá para ambos que en ese glorioso e inevitable momento, en mí quede algo tuyo que recordar.

Nuzz

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