Soñé que no eras más un sueño.

Reality is wrong. Dreams are for real.

-Tupac Shakur

Era un anfiteatro, pequeñito. Se llamaba Casa de Teatro, pero era en El Malecón, lo sé por las palmeras y las olas. No sé cómo llegamos ahí, ni siquiera recuerdo cuándo empezó. Cantaba una muchacha joven, con pelo muy rizado, tipo afro [pajón, dicen algunos]. La música era mezcla de jazz con rock fresita, no había mucha gente. Nos sentamos en la fila del final a la derecha, detrás de un jovencito que resultó ser músico-compositor-vocalista, un hippie con su barba y sus violines. Estabas muy radiante, no te imaginas cuánto! Siempre te gustaron los conciertos y siempre te pusiste tan contenta cuando asistimos a alguno. La jeva que cantaba debió ser de tus favoritas, pues sabías todas las canciones de memoria, y yo ni las melodías recuerdo -qué extraño, no?

En un momento salí del local, con paso acelerado, crucé por un parqueo lleno de Civics plateados, y llegué hasta mi casa, a la sala, al librero. Tomé un libro pequeño con solapas dobles tanto en la portada como en la contraportada y corrí de vuelta. Al entrar ya no cantaba la muchacha de los rizos, sino que tocaba un pana con una flauta que me pareció veneciana [luego indagué que no existe tal cosa]. El musiquito estaba sentado a tu lado, yo celoso, él inspirado hablándote de quién-sabe-qué, tú absorta y yo celoso. Al verme llegar detuvo su narrativa de conquista, me cedió el asiento y abandonó el salón. Te extendí el libro que fui a buscar, me sentía sumamente orgulloso de mi hallazgo.

En las solapas estaban escritas con tu letra todas las canciones que cantaba la pajonuda, y en ese momento ella subió al escenario a acompañar al flautista veneciano. Cantamos al unísono el resto de la noche, leyendo tus canciones en mi libro, cuyo autor era Benedetti, uno de tus favoritos, sino el que más.

Estabas tan radiante esa noche!

Nuzz

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