Agonizan las palabras, ¡corre Borges resucita!, trae de vuelta aquellos trazos, líneas que separadas forman un sinsentido ilegible, pero puestas en un orden único se transforman en poemas, versos, canciones, novelas, cuentos y relatos breves [prosa digamos].
Cada tecla que pulsamos es una estocada más que perfora los papiros, las tarjetas, el diario bajo la almohada abandonado hace mucho. Intentos desesperados por resucitar las hojas y los lápices fracasan o tienen éxito [aquello con más frecuencia] y seguimos haciendo blogging, posting e e-publishing mientras lentamente muere la palabra manuscrita, y una lápida flat-screen.