… y 500 noches.

You’re madness, Diana. Virulent madness. And everything you touch dies with you. But not me. Not as long as I can feel pleasure, and pain… and love

Max Schumacher en Network [Qué trozo de película!]

Curioso invento este del tiempo: pasa volando ante todos y puedes engancharte a él y vivir a su ritmo o ser un espectador pasivo de los inevitables cambios. Así ha sido desde entonces: Noches de luz, noches de obscuridad; días de sol, días de lluvia; momentos de júbilo, momentos de insondable tristeza. Viajeros equivocados se han sentado a mi lado en el vagón que me toca de este tren de la vida; otros más interesantes, más afines, más divertidos, más sinceros, más conscientes de la importancia de las verdades relativas entre gente que confía mutuamente.

Los primeros han abandonado voluntariamente mi espacio, abordando sabrá Kryón qué carruaje de qué tren con destino a quién sabe dónde, y dejando sólo recuerdos que de momento restan más de lo que aportan. El segundo grupo, ese que celebra la vida conmigo, ha hecho de mis 500 noches una pena más llevadera. Pocos están al tanto de las sombras que mi mente atraviesa, y por tanto no imaginan lo agradecido que les estoy por cada instante, cada mensaje, cada chiste, cada regalo. Gracias!

No hay nada que perdonar, nada que olvidar, deshacer o lamentar. No hay venganza ni derrotas. Nada, excepto ruinas y escombros que dejar atrás. Huellas que el oleaje persistente borrará eventualmente. Cicatrices que me hacen más fuerte y  precavido, menos confiado e ingenuo. Van 500 noches de lento aprender a reencontrarme, y creo que esta vez pasaré en ‘A’. ¿Tú?

Nuzz

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