Mi viaje a Murcia requiere dos entradas en el blog. Una es para contar cómo estuvo el concierto de Fito Páez y otra para hablar un poco de la ciudad y la impresión que traje de ella. Esta es la segunda de esas dos entradas.
Para comenzar: sin hacerme mucho problema podría haber disfrutado vivir en Murcia si al final venía a España con Fundación Carolina y no con AECI. De hecho, como ciudad me gustó más que Madrid. A lo nuestro.
Al llegar pensé que el agua del grifo (‘de la llave’ decimos en RD) no era potable. Resultó que las tuberías del hotel estaban un poco sucias por el desuso, pero igual, luego de dejarla correr un rato sabía raro.
El wifi del lobby del hotel tiene la contraseña más larga jamás creada para acceder a servicio alguno. Aquí se las dejo: eaaaaaa123456bbbbbb123456e (¡¡26 caracteres!!). Importante acotar que dicho servicio no funcionaba.
Contacté con la chica colombiana que iba a ser mi compañera de máster y de colegio mayor llamada Carolina [¿Qué diablos le pasa a mi vida? Dios ya está bueno, suéltame] y charlamos largo y tendido. Me contó de la vida allí, del máster, de las condiciones de la beca, del concepto de mi persona que tienen los profesores con los que contacté antes de desertar de la beca y hablamos un poco sobre la situación de las Ciencias (Matemáticas en especial) en América Latina.
Luego de esta charla con Carolina III y Carlos su compañero de colegio (peruano, los únicos dos becarios de FC en Murcia) terminé de convencerme de que mi decisión fue absolutamente acertada al elegir AECI/Madrid [porque siempre quedan sus dudas latentes].
Murcia al parecer tiene un problema serio con el agua, las lluvias y la contaminación. Hay una campaña masiva de ahorro y preservación del recurso. En el parque junto al hotel había wifi auspiciado por el ayuntamiento y el clima siempre estuvo genial. Otra cosa es que, al no ser una gran ciudad, la gente es más gente que digamos en Madrid y las chicas muy guapas [‘pila de ranas croac’ diría Lenux].
Ahora voy de vuelta a la Big City, con el plato de mami, 10 ó 12 prácticas pendientes, oyendo ‘Away from the Sun’ y al lado un pana con más pecas que poros en la cara.